El taller Mis Amigos los Árboles se desarrolló en tres fases que permitieron a los niños y niñas acercarse de manera lúdica y reflexiva al valor de los árboles en su entorno. La experiencia fue muy significativa al realizarse en esta vereda de Yotoco, donde el paisaje está dominado por el monocultivo de caña de azúcar, lo que hace aún más necesario fortalecer la conciencia sobre la importancia de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que ofrecen los bosques y sus especies.

En la primera fase, los participantes tuvieron la oportunidad de conocer el árbol y su ecosistema, reconociendo sus funciones, la manera en que se relaciona con otros árboles y con el medio que lo rodea. Con el apoyo de un afiche del kit pedagógico, se despertó la curiosidad de los niños, quienes descubrieron cómo cada árbol es un pequeño universo lleno de vida y equilibrio.

La segunda fase se convirtió en un espacio de juego y aprendizaje. A través de una dinámica participativa con un peluche, los niños aprendieron a entender su relación con el árbol y con los seres vivos que lo rodean. Cada vez que alguien lanzaba el peluche debía nombrar un ser vivo, como una mariposa, y quien lo recibía debía explicar un servicio ecosistémico que este aportaba. Los niños fueron reconociendo que todos estamos conectados y que tanto animales como personas dependemos de los árboles para vivir.

La jornada culminó con la tercera fase, donde cada niño plasmó en un dibujo su visión de un árbol. Con colores y trazos, imaginaron raíces profundas, copas frondosas y frutos diversos. Estos dibujos, además de ser una expresión creativa, fueron subidos a una plataforma digital como testimonio del aprendizaje colectivo y de la importancia de sembrar conciencia ambiental desde la infancia.